¡Primer Concurso!


Poco a poco JCS se está haciendo más grande, y es hora de celebrarlo. Voy a realizar un pequeño concurso, que consta de algunos puntos:

- El premio consistirá en elegir el nombre de un personaje de JCS. Será protagonista o secundario según en la posición que quedes.

- Debes encontrar la imagen de una mariposa azul (igual que la que se encuentra en el lateral) escondida en el blog (ya sea en la sidebar, fondo, páginas, capítulos...).

- Cuando la encuentres se abrirá un formulario que debes rellenar con tus datos para que me ponga en contacto contigo, el nombre del personaje y una pregunta facilita sobre la historia.

- Se elegirá la primera solicitud recibida y cuatro más por sorteo. Dos de los personajes tendrán un papel importante en la trama y tres serán secundarios.

- Si revelas dónde está la mariposa, más gente conseguirá participar y menos probabilidad tendrás de ganar.

- Se aceptarán las solicitudes enviadas antes de las 00:00 del día 16 de Septiembre.

¡Que empiece la caza!

Capítulo 5

Resumen de los capítulos anteriores:
Ery es una chica tímida, a la que le cuesta hacer amigos. No ha tenido una vida fácil, su madre pasa la gran parte del día trabajando y con su padre no habla desde que se marchó de casa. Sus principales pilares son  Hugo y Noa. Otra de sus grandes amigas es Liss, la encargada de la biblioteca, lugar donde Ery pasa casi todas las tardes junto a David, un chico inteligente con el que comparte su pasión por lectura. Ery, cansada de la monotonía, decide crear un blog en el que contar las historias que desde hacía meses escribía en un pequeño cuaderno azul. Poco a poco el blog va cogiendo fama en el mundo de internet.

Como cada año, el instituto realiza un baile de estilo americano al que acude Ery acompañando a Noa y Hugo decide acompañar a David, ambos convertidos en pareja. En el baile Ery conoce a  un chico, Nick, con el que se queda embobada. El problema llega cuando Ery es consciente de que no tiene ninguna forma de contactar con él, aunque por suerte Nick había dejado su número en el vestido.






La llamada.

 


Se hizo un silencio de unos segundos. Hugo empezó a hacer gestos para que hablase pero mi cuerpo entero se paralizó. Aquél momento era absurdo.
—Esto…Hola—mi voz temblaba más de lo normal.
—Hola…¿Quién eres?
—Soy Ery, la chica que conociste en el baile…
—¡Ery! Ya pensaba que no me ibas a llamar.
—Es que no encontré tu número hasta hace unas horas.
—Sí, sí. Excusa barata, que te conozco.
—Que no, de verdad…
—Bah, tendré que creerte. Qué remedio—se hizo un pequeño silencio que se me hizo eterno, hasta que continuó hablando—. Se escucha un poco raro, ¿no?
Hugo asintió y desactivé el altavoz.
—¿Se oye mejor ahora?
—Sí, todo genial. ¿Qué tal estás, preciosa?
—No me llames así—dije ruborizada—. Bien, aburrida, pero bien. ¿Y tú?
—Pues nada, ya no te diré más cosas bonitas. No hay quien os entienda, eh. Yo bien, no me quejo.
—¿’No me quejo’? Eso no suena muy bien precisamente.
—Estoy demasiado aburrido. Odio el verano. Mucho tiempo libre y poca vida social.
—Pues si quieres…
—¿Quedamos?
—Sí—mi corazón estaba a punto de estallar, y en el fondo me odiaba por ello. Me había convertido en aquello que odiaba, una cursi adolescente.
—Dime día, hora y tendrás un coche esperándote en la puerta.
—Cómo se nota que eres rico, eh.
—O gasto el dinero o lo acaba heredando todo mi hermana, y me niego.
—Bueno, bueno, está bien. Si te viene bien mañana…
—A las nueve de la mañana tendrás allí el coche.
—¿Tan temprano?
—Tengo algo preparado
—Pues nada, nos vemos a esa hora.
Segundos más tarde unos pitidos más rápidos que los de antes empezaron a sonar. Había colgado. Su voz era distinta por teléfono, no le hacía justicia, todavía podía recordar aquel atardecer junto a él. Ahí su voz resplandecía, más que una voz, era música.
Hugo estaba sonriendo de esa forma picarona que me ponía de tan mala leche. Me recordaba a las típicas abuelas que cuando te veían cerca de un chico ya te imaginaban casada y con tres niños. Él sabía que me molestaba y por eso lo hacía. Le encantaba hacerme rabiar y en el fondo a mí me encantaba que lo hiciese.
—Mírala, qué mona, que ya tiene una cita con el rico.
—Que sea rico o no me da exactamente igual.
—Bueno, pero nunca está de más.
Sabía que no lo decía en serio, sólo estaba bromeando, como de costumbre. Él era igual o más cursi que yo pero no le gustaba admitirlo. Si fuese materialista, no saldría con David. Además, sabía que el tema del dinero es algo que no aguanto.
—Por cierto, Ery. ¿Tengo que explicarte cómo va un preservativo y esas cosas?
—-¡Hugo!—me pilló por sorpresa. Mi piel pasó de blanca a roja en menos de un segundo.
—¿¡Qué!? Luego vienen los embarazos no deseados y yo todavía no quiero ser tito.
—Todavía no voy a hacerlo—sólo pensarlo me daba miedo y vergüenza al mismo tiempo. Si incluso me acomplejaba el mero hecho de quitarme la camiseta en la playa.
—Bueno, como veas. Pero si algún día…ya sabes.
—Anda, Nacho Vidal, levanta que te invito a algo—Hugo empezó a reírse y se levantó de la cama—. Baja y ponte a ver la tele un rato, que hago una cosa y bajo.
—No te toques, que es pecado. Y  no me hagas esperar mucho, que ya sabes que soy de sueño fácil.
Sin darme tiempo a responderle, que por otro lado tampoco habría sabido qué decir, salió de la habitación y pude escuchar cómo bajaba las escaleras hasta llegar al salón. Un instante más tarde la televisión empezó a emitir ruido.
Me lancé sobre el ordenador. No lo entendía, el blog cada vez tenía más visitas, comentarios y seguidores. Yo no escribía bien, era simplemente un hobby, pero a la gente parecía ser que le gustaba. Copié cuatro relatos más del cuaderno para que se publicase uno cada hora. Tenía ganas de terminar el copiado para pasar a crear contenido nuevo. Dejé las entradas programadas y apagué el ordenador. Bajé las escaleras de dos en dos, emitiendo un pequeño tintineo con las llaves a medida que bajaba. Hugo se levantó del sofá y apagó la televisión.
—Mañana no te preocupes por el certificado. Ya me inventaré una trola—dijo mientras andábamos camino a la cafetería.
La verdad es que ni me había dado cuenta de que necesitaba una justificación para faltar a clase hasta que no lo mencionó.
—Muchas gracias, eres un encanto.
—Lo sé—dijo sonriendo.
—Creído. Oye, si quieres puedes llamar a David y que se venga.
—No, ya le veré más tarde. Ahora estoy contigo.
—A mi no me importa, de verdad.
—Que no, que ahora estoy con mi amiga. Ahora tengo novio, pero no va a cambiar la cosa entre nosotros. Los novios cambian. Nosotros somos amigos, es algo más fuerte.
No le respondí, simplemente le di un beso en la mejilla derecha. Era un amor de chico, David había tenido mucha suerte.
Llegamos al establecimiento que estaba cerca de casa; amplio y luminoso, con aire antiguo. Al entrar olía a libro y a coche nuevo. Era una mezcla rara, pero apetecible. Daban ganas de quedarse allí eternamente.
Nos sentamos en un cómodo sofá marrón que estaba en la esquina. Era suave, de un material parecido al terciopelo. Me recordaba al café de Friends. Mi móvil empezó a vibrar, lo saqué y leí el mensaje que me había enviado Noa.
“Tengo cotilleos y de los gordos. ¿Dónde andáis?”
Le respondí a toda velocidad. Todavía eran las doce y pico del mediodía así que el recreo había acabado pero las clases continuaban, así que no iba a ser fácil escaparse del instituto.
—¿Quién era?—me preguntó Hugo mientras devoraba una enorme galleta con gotitas de chocolate.
—Noa. Por lo visto tiene novedades.
—¿Noa cotilleando? Qué raro. ¿Y no te ha dicho nada?
—Qué va. Sólo me ha preguntado que dónde estamos.
—Entonces vendrá en un rato.
Y efectivamente diez minutos más tarde Noa hizo acto de presencia, con su atuendo negro como de costumbre.
—¿Cómo has conseguido huir del instituto?
—Ser la empollona tiene sus ventajas. Me inventé un rollo y el jefe de estudios me dejó salir son autorización—hizo una pequeña pausa para respirar, porque venía asfixiada—. Bueno, os cuento. Me fui al taller de tecnología para hacer el robot ese, que de hecho conseguí y el profesor me dijo que…
—Al grano—interrumpió Hugo.
—Uno de los chicos que estaba allí—continuó Noa— tenía una mano manchada de rojo. No muy intenso, pero se notaba que era pintura.
Nos quedamos todos callados. Noa esperaba que nosotros respondiésemos, pero no teníamos ni idea de qué tramaba.
—¿Y vosotros habéis aprobado la ESO? Pues que el chico ese seguramente es el gracioso que ha hecho la pintada.
—Paso—dijo Hugo de inmediato—. No quiero saber nada, de verdad. Estoy bien, ya está.
—Tenemos que vengarnos.
—No, Noa. No te rebajes a su nivel. Que me da igual, de verdad.
—Como quieras. Pues menuda carrera más tonta he dado, si al final no hay venganza.
—Chicas, tengo que irme—le dio un último bocado a la galleta—. Gracias por todo, sois geniales. No tanto como yo, pero bueno.
—Adiós golfo—me despedí.
Hugo se marchó así que Noa y yo nos quedamos a solas.
—Ni de coña—dijo—. Yo me voy a vengar. Ese gilipollas se va a enterar.
—Pero ya le has oído, no quiero nada de eso.
—Me da igual lo que diga. ¿Estás conmigo?
—Qué remedio.

3 comentarios:

  1. Cada vez hay más cosas en la historia, eso está bien, cada vez nos dejas más intrigados! jajaja

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  2. Me encanta en serio. Escribes genial :)
    Sube un nuevo capítulo.

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  3. dskhfoisrghioergh.
    POR DIOS QUE SE VENGUE. *O*.
    Noiiiiita, hay que darle lo que se merece. Déjale manco o calvo. ò_ó

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Los comentarios animan a seguir escribiendo, y sólo se tarda un minutillo en escribirlo. :3